Ambas delicias inigualables procedentes de los españoles.
Se conoce como jamón serrano aquél que procede del cerdo blanco y como jamón ibérico al que es elaborado con cerdos de raza ibérica.
Siendo más común y conocido el serrano a pesar de que el ibérico es un jamón superior en calidad.
Al terminar su elaboración el jamón serrano resulta de un color rosado a diferencia del ibérico que es más oscuro y su carne con más contenido graso.
Podemos decir que dentro del jamón ibérico se encuentran diferente tipos de acuerdo a la calidad del jamón que se logra. Esto es directamente proporcional a los diferentes tipo de lugares de crianza y alimentación.
Es así que tenemos los de recebo que son aquellos cerdos que terminan su engorde con alimentos preparados. Luego, los que siendo criados al aire libre se alimentan de bellotas y de hierba y que son llamados pata negra y por último los llamados pienso que son el resultado de la alimentación que reciben.
Una vez trozada y clasificada la carne, se debe dejar reposar y enfriar para después pasar a la segunda etapa que es la de salazón a baja temperatura. Luego pasa por la de secado y maduración.
Luego, se dejan descansar por un largo tiempo en las llamadas bodegas, necesitando el jamón serrano de alta calidad, entre nueve y once meses para su curación, mientras el jamón ibérico necesitará dos años o más.
Finalmente, algo que no podemos desconocer, y es que para su conservación se utilizará un lugar ventilado y a temperatura ambiente, tapando el corte con el propio tocino o con un paño humedecido en aceite.